La inteligencia artificial (IA) se ha establecido como una tecnología que mejora la productividad, simplifica tareas rutinarias y libera el potencial creativo de millones de personas. Pero su masificación también ha abierto una puerta peligrosa: su uso por parte de estafadores digitales para perfeccionar fraudes cada vez más sofisticados, difíciles de detectar y accesibles para cualquier persona con conexión a internet.
No es casualidad que un grupo de estafadores digitales con apenas mil dólares pueda causar pérdidas de hasta 2.5 millones de dólares mensuales, de acuerdo con el Informe de Fraude de Identidad 2024 de Sumsub. Esto significa que el costo de entrada para realizar fraudes complejos ha bajado, en parte por el fácil acceso a tecnologías como la IA; además, el potencial de daño económico y reputacional para empresas y personas crece sin control.
Con herramientas disponibles de forma gratuita o a bajo costo, hoy cualquier actor malicioso puede automatizar ataques, manipular imágenes y videos, e incluso engañar a sistemas de verificación con una alta precisión. Esta nueva generación de fraude con inteligencia artificial ha superado los límites de la ingeniería social tradicional y plantea un desafío urgente para empresas, gobiernos y usuarios por igual.
"La democratización de la IA ha traído innovación, pero también ha puesto en manos equivocadas herramientas que superan a las soluciones tradicionales de ciberseguridad. Ante esta realidad, es indispensable que empresas y usuarios evolucionen sus estrategias de protección para enfrentar estas amenazas", alerta Daniel Mazzucchelli, director de Expansión de Sumsub en Latinoamérica.
México: un terreno fértil para el fraude digital
México vive una situación particularmente delicada frente al crecimiento de los fraudes digitales. Según el informe de Sumsub, el país experimenta un crecimiento promedio del 153% anual en incidentes de fraude, convirtiéndose en uno de los mercados más vulnerables de la región.
La proliferación de deepfakes ha contribuido significativamente a esta problemática: a nivel global, los intentos de fraude con tecnologías basadas en IA se han cuadruplicado, mostrando un grado de sofisticación sin precedentes. Además, el 45% de las empresas y el 44% de los usuarios finales han sido víctimas de fraude al menos una vez, reflejando la magnitud de esta problemática globalmente.
De la creatividad a la manipulación: ejemplos de fraude con inteligencia artificial
La creatividad que impulsa el desarrollo de la IA también ha sido aprovechada por quienes buscan defraudar. Las nuevas técnicas digitales de engaño son más sofisticadas y difíciles de detectar que nunca. Entre los fraudes impulsados por IA se encuentran:
● Deepfakes de voz y video: archivos audiovisuales creados con algoritmos capaces de imitar rostros y voces reales con una fidelidad asombrosa. Se utilizan para suplantar identidades de ejecutivos, familiares o figuras de autoridad en intentos de fraude, extorsión o manipulación mediática.
● Phishing automatizado: campañas de engaño masivas que emplean IA para generar correos electrónicos, mensajes de texto o sitios web que imitan con gran precisión la comunicación de bancos, plataformas de pago o servicios corporativos, personalizando incluso el lenguaje según el perfil de la víctima.
● Estafas de inversión falsa: plataformas fraudulentas generadas por algoritmos que simulan oportunidades de inversión legítimas. Estas pueden incluir sitios web con interfaces profesionales, información inventada y hasta chatbots que responden como si fueran asesores financieros reales.
● Falsificación de documentos: generación de identificaciones, facturas, licencias o comprobantes de domicilio manipulados digitalmente con IA. Estas falsificaciones son utilizadas para abrir cuentas, solicitar créditos o vulnerar sistemas de verificación de identidad.
● Bots conversacionales: asistentes virtuales programados para interactuar con personas en tiempo real, haciéndose pasar por representantes de soporte técnico, servicios bancarios o mensajería. Engañan a los usuarios para que entreguen datos sensibles o realicen transferencias sin verificar su autenticidad.
Combatir IA con IA: estrategias para una defensa sólida frente al fraude digital
Frente a este panorama, queda claro que es necesario implementar medidas de ciberseguridad avanzada para combatir fraudes automatizados con IA. Por eso, la estrategia más eficaz no es resistirse a la IA, sino emplearla como aliada. Los sistemas antifraude basados en inteligencia artificial —especialmente aquellos que aplican múltiples capas de verificación a lo largo del recorrido del usuario— permiten detectar comportamientos anómalos, identificar patrones no humanos y reconocer manipulaciones digitales en tiempo real.
La adaptabilidad continua y el análisis dinámico de datos se han vuelto esenciales para anticiparse al fraude, en lugar de solo reaccionar a él. Entre las principales estrategias para blindarse efectivamente, Sumsub destaca las siguientes:
● Implementar un KYC dinámico y multicapa, que combine verificación documental, autenticación en tiempo real y análisis de comportamiento digital.
● Adoptar soluciones antifraude basadas en IA, capaces de identificar patrones no humanos, deepfakes y manipulaciones digitales.
● Actualizar constantemente los sistemas de verificación para adaptarse a nuevas tácticas de engaño.
● Capacitar y sensibilizar a empleados y usuarios, fortaleciendo la cultura de seguridad y detección de fraudes.
● Colaborar con expertos en verificación de identidad y ciberseguridad, asegurando que las estrategias evolucionen junto con las amenazas.
Hacia un entorno digital más seguro
La IA ha democratizado el acceso a la innovación, pero también ha ampliado la superficie de riesgo para millones de usuarios y organizaciones. En un contexto donde el fraude con inteligencia artificial es más accesible, sofisticado y difícil de detectar, la protección no puede depender únicamente de la tecnología: requiere visión estratégica, adaptación continua y conciencia colectiva.
"La lucha contra el fraude con IA no es solo tecnológica; también es estratégica y cultural. Invertir en protección, formación y colaboración es necesario para operar con confianza en un entorno cada vez más automatizado y engañoso", concluye Daniel Mazzucchelli.