¿Transición Energética o Especulación Verde? La Amarga Píldora de la "Sostenibilidad" Industrial en México
La transición energética y la sostenibilidad industrial se han convertido en mantras de nuestro tiempo, proclamándose como la panacea para los males ambientales y la llave para un futuro próspero. Sin embargo, bajo la brillante fachada de la responsabilidad ecológica, acecha una realidad más incómoda y controversial para la industria mexicana: ¿estamos realmente avanzando hacia un modelo sostenible o simplemente asistiendo a una nueva forma de colonialismo económico y una reconfiguración de intereses, donde la "transición" beneficia a unos pocos a expensas de muchos?
La narrativa dominante nos vende la urgencia de abandonar los combustibles fósiles y abrazar las energías renovables como la única vía para mitigar el cambio climático. Nadie niega la importancia de un futuro más limpio, pero la forma en que se está implementando esta "transición" en México levanta serias suspicacias. ¿Acaso la imposición de tecnologías verdes, muchas de ellas importadas y controladas por intereses extranjeros, no está perpetuando una dependencia tecnológica y económica, disfrazada de conciencia ambiental?
Mientras se demoniza a Petróleos Mexicanos (PEMEX) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) bajo el pretexto de su "obsolescencia" y su contribución a la contaminación, se abren las puertas a inversiones privadas en energías renovables, a menudo con incentivos fiscales generosos y sin una planificación integral que considere las particularidades y necesidades energéticas de cada región del país. ¿No estamos acaso sacrificando la soberanía energética en aras de una agenda global impuesta, donde los beneficios de la "energía limpia" no necesariamente se traducen en un desarrollo industrial más justo y equitativo para los mexicanos?
La controversia se agudiza al observar la gestión de los recursos naturales necesarios para la fabricación de las tecnologías "verdes". La extracción de litio, un mineral crucial para las baterías de vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía renovable, se ha convertido en un foco de intensa disputa. ¿Estamos garantizando que la explotación de estos recursos beneficie realmente a las comunidades locales y al país en general, o estamos repitiendo los errores del pasado, entregando nuestra riqueza natural a intereses foráneos bajo promesas de "desarrollo sostenible"?
Además, la sostenibilidad industrial no se limita a la fuente de energía. ¿Qué hay de la gestión de residuos, el uso eficiente del agua, la adopción de prácticas de economía circular y la responsabilidad extendida del productor? Muchas empresas en México aún operan bajo modelos lineales de producción y consumo, donde la "sostenibilidad" se reduce a la adopción de alguna tecnología verde vistosa para mejorar su imagen, sin abordar de fondo los impactos ambientales y sociales de sus operaciones. ¿Es esta una verdadera transformación o simplemente un lavado de cara ecológico ("greenwashing") a gran escala?
La transición energética y la sostenibilidad industrial en México deben ser procesos genuinamente nacionales, diseñados e implementados considerando nuestras realidades económicas, sociales y geográficas. No podemos permitir que se conviertan en un mero instrumento de especulación verde, donde unos pocos se enriquecen a través de subsidios y mercados artificialmente inflados, mientras la industria nacional enfrenta costos crecientes y la promesa de un futuro energético más justo y sostenible se desvanece en la retórica global. Es hora de cuestionar críticamente quiénes son los verdaderos beneficiarios de esta "revolución verde" y si la amarga píldora de la "sostenibilidad" no está dejando un regusto de dependencia y desigualdad para la industria y el pueblo mexicano.